From Lady Di ‘wandering in a nightie’ to Beyoncé’s family brawl: The biggest Met Gala scandals

1. La pelea de ascensor. Ha pasado más de una década, pero seguramente aún sea la polémica más recordada de la gala Met. Al acabar la cena de 2014, Beyoncé, su marido Jay-Z y su hermana Solange se dirigían a una fiesta en el hotel The Standard cuando las cámaras de uno de los ascensores grabaron una pelea entre Solange y Jay-Z. Ante la impasible mirada de Beyoncé su hermana increpaba a su marido para después comenzar a golpearle y patearle, hasta que uno de los guardaespaldas la detuvo. A los pocos días emitieron un comunicado explicando que habían resuelto el conflicto: “Jay y Solange asumen, cada uno, su cuota de responsabilidad por lo ocurrido. Ambos reconocen su papel en este asunto privado que se ha hecho público. Ambos se han disculpado y seguimos adelante como una familia unida”. Mucho se especuló sobre las razones del altercado y se impuso la versión de una infidelidad por parte del rapero, algo a lo que la propia Beyoncé dio crédito en varias de las canciones que escribió en los años sucesivos.

The elevator fight. More than a decade has passed, but it’s still likely the most talked-about controversy in Met Gala history. After the 2014 dinner, Beyoncé, her husband Jay-Z, and her sister Solange were heading to an afterparty at The Standard hotel when one of the elevator cameras captured a fight between Solange and Jay-Z. As Beyoncé stood by impassively, her sister confronted her husband and then began hitting and kicking him until a bodyguard intervened. A few days later, they released a statement saying the issue had been resolved: “Jay and Solange each assume their share of responsibility for what has occurred. They both acknowledge their role in this private matter that has played out in the public. They both have apologized to each other and we have moved forward as a united family.” There was much speculation about the cause of the altercation, with the prevailing theory being infidelity on the rapper’s part — something Beyoncé seemed to confirm in several songs over the following years.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)

2. El plantón de las supermodelos. La exposición de 2009 estaba dedicada al diálogo entre los diseñadores y sus musas y pocas relaciones en este sentido han sido tan emblemáticas como las que mantenía Azzedine Alaïa con sus modelos. Por eso sorprendió que en toda la muestra apenas estuviera representado el tunecino: solo aparecía un vestido suyo y ni siquiera físico, sino en una fotografía de Gilles Bensimon. Cuando el modisto se enteró del desaire pidió a sus amigas que no asistieran a la ceremonia, así que tanto Naomi Campbell como Stephanie Seymour dieron plantón a la todopoderosa Anna Wintour. El día del evento la periodista Cathy Horyn habló con él y, según publicó entonces en ‘The New York Times’, “culpó de la omisión no al comisario jefe de vestuario del Met, Harold Koda, sino a Anna Wintour, editora jefe de ‘Vogue’, quien organiza la fiesta. ‘Tiene demasiado poder sobre este museo’, dijo. Alaïa ha tenido muy poca presencia en Vogue en los últimos 15 años”.

The supermodels’ no-show. The 2009 Costume Institute exhibit was dedicated to the dialogue between designers and models — their role as muses. Few relationships embodied that bond more than those between Azzedine Alaïa and the top models. That’s why it was so surprising that the Tunisian designer was barely represented in the show: only one of his dresses appeared, and not even physically, but rather in a photograph by Gilles Bensimon. When Alaïa learned of the slight, he asked his close friends not to wear his dresses. But both Naomi Campbell and Stephanie Seymour went one step further and skipped the ceremony, snubbing the all-powerful Anna Wintour. On the day of the gala, journalist Cathy Horyn spoke with Alaïa. This is what she reported in 'The New York Times': “He blamed the omission not on the Met’s chief costume curator Harold Koda, but rather on Anna Wintour, the editor in chief of Vogue, who organizes the party. 'She has too much power over this museum,' he said. (Alaïa has had very little presence in Vogue in the last 15 years.)" he blamed not the Met’s chief costume curator, Harold Koda, Alaïa has had very little presence in Vogue over the past 15 years.” Samir Hussein (Samir Hussein/WireImage)

3. Los vetos de la jefa. La mística en torno a cómo se elabora la lista de invitados al codiciado evento ha llenado gigas y gigas de conversaciones y artículos en la web. Como apuntaba Alaïa, Anna Wintour tiene la última palabra y muchos se han quejado de haber sido vetados a la cita. La estilista Rachel Zoe contaba por ejemplo que perdió su entrada al defender en una entrevista que era más influyente que la propia Wintour, porque su trabajo afectaba más a las carreras de las celebridades que la posibilidad de aparecer en ‘Vogue’. Sea como sea, el único veto realmente confirmado por la editora es el que impuso a Donald Trump. Lo dijo durante una aparición en ‘The Late Late Show’ con James Corden en 2018. Aunque el presidente era había sido habitual en este evento desde los años ochenta, no ha vuelto a aparecer desde 2012.

Wintour's vetoes. The mystique surrounding how the guest list for the coveted event is curated has filled gigabytes of discussions and articles online. As Alaïa pointed out, Anna Wintour has the final say, and many have complained about being banned from the event. Stylist Rachel Zoe, for example, mentioned that she lost her invitation after claiming in an interview that she was more influential than Wintour herself, as her work had a greater impact on celebrities' careers than simply appearing in 'Vogue.' In any case, the only veto truly confirmed by the editor is the one she imposed on Donald Trump. She mentioned it during an appearance on 'The Late Late Show with James Corden' in 2018. Although the president had been a regular at the event since the 1980s, he has not attended since 2012.Dimitrios Kambouris (FilmMagic)

4. El cuerpo de Kim Kardashian. La propia Kim Kardashian se quejó durante años de no ser invitada al elitista evento, hasta que en 2013 Wintour claudicó. Desde aquella primera aparición, su aparición se ha convertido en motivo de controversia año tras año. En 2013, embarazada de su hija North West, vistió un diseño de Riccardo Tisci para Givenchy de un estampado floral que hizo que alzara como meme de la noche. Los internautas la compararon con un sofá y la estrella de ‘realities’ no se lo tomó bien y lloró de camino a casa. Defendía años después que el ‘body-shaming’ que sufrió durante su embarazo “hoy en día no sería aceptado”. Nunca lo sabremos porque para sus dos hijos menores, Chicago (2018) y Psalm (2019), recurrió a vientres de alquiler. Lo que sí sabemos es que la fundadora de Skims ha hecho de su cuerpo un artilugio para generar titulares. En la edición de 2022 lo hizo enfundándose el vestido de museo de Marilyn Monroe y compartiendo que había adelgazado siete kilos en tres semanas para ello. Todo por la moda, dicen algunos. Otros argumentan que el ejemplo es una exaltación de una relación poco sana con el cuerpo ante millones de seguidores. Ella se defendió en la revista ‘Allure’: “Si me estuviera muriendo de hambre y lo hiciera de forma muy poco saludable, diría que, por supuesto, no es un buen mensaje. Pero tuve un nutricionista, tuve un entrenador. Nunca he bebido tanta agua en mi vida. No veo las críticas a otras personas que adelgazaron para papeles; se les considera genios por su oficio”. No debió salir tan mal parada cuando en 2024 volvió a recurrir al recurso de oprimir su cuerpo para una foto con un corsé, apostando de nuevo por la épica del sufrimiento para ser la invitada más fotografiada y polémica de la noche.

Kim Kardashian's body. Kim Kardashian complained for years about not being invited to the elitist event until, in 2013, Wintour finally gave in. Since that first appearance, her arrival on the red carpet has become a subject of controversy year after year. In 2013, pregnant with her daughter North West, she wore a floral printed design by Riccardo Tisci for Givenchy, which quickly became a meme of the night. Internet users compared her to a sofa, and the reality star did not take it well, crying on her way home. Years later, she said that the "body-shaming" she endured during her pregnancy "would not be accepted today." We’ll never know for sure because for her two younger children, Chicago (2018) and Psalm (2019), she used surrogates. What we do know is that the founder of Skims has turned her body into a device for generating headlines. In the 2022 edition, she did so by wearing Marilyn Monroe's iconic museum dress and shared that she had lost seven kilograms in three weeks to fit into it. Some argued that she was glorifying weight loss in front of millions of followers. She defended herself in 'Allure' magazine: "If I was starving and doing it really unhealthy, I would say that, of course, that's not a good message. But I had a nutritionist, I had a trainer. I have never drunk more water in my life. I don't see the criticism for other people when they lost weight for roles—they are [considered] geniuses for their craft." She must not have been too negatively affected because in 2024, she once again resorted to compressing her body for a photo with a corset, betting on the epic of suffering to become the most photographed and controversial guest of the night. Her design was by John Galliano, who, whether intentionally or not, is linked to several controversies surrounding the Met.Lexie Moreland (WWD via Getty Images)

5. Una princesa “paseándose en camisón”. La edición de 1996 estaba dedicada a la figura de Christian Dior y el conglomerado dueño de la firma, LVMH, patrocinaba la velada. Se decidió que la invitada de honor, la princesa Diana de Gales, vistiera la primera creación de alta costura del diseñador del momento, John Galliano, recién fichado por la casa. El británico ideó para la ‘royal’ un vestido azul medianoche cortado al bies que ella completó con perlas y zafiros. Pero quizá fue por el cansancio del ‘jet lag’ o porque le aburrió el evento, Lady Di posó para los fotógrafos y se esfumó. “Algunos se preguntaron si había huido porque estaba avergonzada por su apariencia: el vestido había sido considerado un fiasco”, plantea Dana Thomas en su libro ‘Dioses y Reyes’. La periodista se hace eco también de las reseñas que recibió el estilismo en la prensa británica: “Estaban horrorizados de que la madre de su futuro rey estuviera, como escribió Louisa Young en ‘The Guardian’, ‘paseándose por el baile del Costume Institute en camisón’. El ‘Daily Mail’ coincidió: ‘El problema, y no hay una manera delicada de decir esto, es… no llevaba sujetador (…). Y una mujer con la figura de Diana necesita más soporte. Y es un hecho inevitable que este tipo de vestido les queda mejor a las que acaban de salir de la adolescencia”. Años después el propio Galliano contó en el documental ‘In Vogue: The 90s’ que en realidad el diseño estaba concebido con un corsé por debajo que en el último momento Lady Di decidió eliminar. “Solo la recuerdo saliendo del coche”, explica el creativo en el documental. “No podía creer que había arrancado el corsé. No quería usar corsé. Se sentía tan liberada. Se había arrancado el corsé y el vestido era mucho más sensual”.

A princess in a "nightie." The 1996 edition was dedicated to the figure of Christian Dior, with the luxury conglomerate LVMH sponsoring the event. It was decided that the guest of honor, Princess Diana of Wales, would wear the first haute couture creation from the designer of the moment, John Galliano, who had just joined the house. The British designer crafted a midnight blue dress cut on the bias, which Diana paired with pearls and sapphires. But perhaps it was the exhaustion from jet lag or simply boredom with the event, but Lady Di posed for the photographers and then disappeared. “Some wondered if she fled because she was embarrassed by how she looked: The dress had been deemed a dud,” writes Dana Thomas in her book 'Gods and Kings.' The journalist also reflects on the reviews the look received in the British press. Thomas writes: "The British press was aghast that the mother of their future king was, as 'The Guardian’s' Louisa Young wrote, 'wandering around the Costume Institute Ball in her nightie.' 'The Daily Mail' concurred: 'The problem, and there is no delicate way of saying this, is she wasn’t wearing a bra. A woman with Diana’s figure needs more support. And it’s an inescapable fact that the slip dress looks best on those hardly out of their teens.' Years later, Galliano himself shared in the documentary 'In Vogue: The 90s' that the design had actually been conceived with an interior bustier, but at the last moment, Lady Di decided to remove it. “I just remember her getting out of the car,” the designer explained in the documentary, “I couldn’t believe it. She'd ripped the corset out. She didn’t want to wear the corset. She felt so liberated. She'd torn the corset out, and the dress was much more sensual.” New York Daily News (NY Daily News via Getty Images)

6. ¿Desnudez? Depende de en quién. Depende de quién decida apostar por las transparencias y de cómo lo haga. Todo correcto si se trata de una mujer atractiva y de medidas canónicas como las modelos Kendall Jenner (de La Perla en 2017) o Emily Ratajkowski (en cualquiera de sus apariciones) o la cantante Beyoncé (con Givenchy transparente en 2015). La cosa cambia si se rompe con la mirada masculina sobre la sexualidad femenina o si la que muestra pezón y cachete es una mujer de 58 años. Como Madonna en 2016, cuando apareció en todas las listas de ‘peor vestidas’ por su elección, un diseño de Tisci para Givenchy negro con correas y transparencias. Despachó las críticas con un mensaje: “Mi vestido fue una declaración política y también de moda. El hecho de que la gente crea que una mujer no tenga derecho a expresar su sexualidad y a ser atrevida tras cierta edad es prueba de que aún vivimos en una sociedad edadista y sexista”.

Nudity? That depends on who decides to embrace transparency and how they do it. Like any public event focused on aesthetics, the coverage of the Met Gala has a shameful history of misogyny. This is especially evident when women are the ones strolling down the red carpet in revealing outfits. It's acceptable if the women in question are attractive celebrities with "ideal" body types, like models Kendall Jenner (wearing La Perla in 2017) or Emily Ratajkowski (in any of her appearances), or singer Beyoncé (in a transparent Givenchy dress in 2015). The situation changes if the male gaze is challenged, or if the woman opting for a revealing look is 58 years old. Like Madonna in 2016, when she appeared on every worst-dressed list for her choice: a black Givenchy dress by Tisci with straps and sheer details. She dismissed the criticism with a message: “My dress at the Met Ball was a political statement as well as a fashion statement. The fact that people actually believe a woman is not allowed to express her sexuality and be adventurous past a certain age is proof that we still live in an ageist and sexist society.”Rabbani and Solimene Photography (Getty Images)

7. Orientalismo. La visión imperialista sobre otras regiones del planeta ha sido frecuente en la gala del Met, prácticamente desde sus inicios. En los ochenta la exposición ya estuvo dedicada a los vestidos de la dinastía china Chi’ng o a la indumentaria en la India en tiempos del colonialismo británico y las ‘Visiones del Este en el Vestido Occidental’ protagonizaron la muestra en 1994. Pero la sensibilidad en 2015 había evolucionado y muchos no entendieron algunas apuestas para homenajear a la exhibición de aquel año, ‘China: a través del espejo’. Varias celebridades que tiraron de clichés y explotaron estereotipos en sus atuendos, lo que no gustó en el foro global que es internet. Aquella noche la alfombra roja plasmó el racismo institucionalizado en el kimono japonés de Lady Gaga, el bolso en forma de mujer china de Dakota Johnson, la bata de satén rojo de Karolina Kurkova o el tocado que Phillip Treacy diseñó para Sarah Jessica Parker, inspirado en la ‘mujer dragón’ que sexualiza a las mujeres chinas.

Orientalism. The imperialist view of other regions of the world has been a recurring theme at the Met Gala, practically since its inception. In the 1980s, the exhibition had dedicated themes to the dresses of the Chinese Qing dynasty or to clothing in India during British colonialism, and “Visions of the East in Western Dress” was the focus of the 1994 exhibition. However, by 2015, sensitivity had evolved, and many did not understand some of the choices made to honor that year's theme, "China: Through the Looking Glass." Several celebrities relied on clichés and exploited stereotypes in their outfits, which was not well-received in the global forum that is the internet. That night, the red carpet showcased institutionalized racism, seen in Lady Gaga's Japanese kimono, Dakota Johnson's handbag shaped like a Chinese woman, Karolina Kurkova's red satin robe, or the headpiece designed by Phillip Treacy for Sarah Jessica Parker, inspired by the "dragon lady" stereotype that sexualizes Chinese women.Axelle/Bauer-Griffin (FilmMagic)

8. Con la Iglesia hemos topado. Tampoco gustó entre algunos sectores de la Iglesia Católica el uso que se dio a la iconografía religiosa en la inauguración de la muestra ‘Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica’. Les pareció bien ceder decenas de vestimentas papales del Vaticano, pero no que los invitados utilizaran esas referencias. Dolió especialmente que la cantante Rihanna se coronara con una mitra papal en su estilismo, diseñado por John Galliano.

Upsetting the Church. Some sectors of the Catholic Church were also displeased with the use of religious iconography during the opening of the 2018 exhibition "Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination." Although the Vatican had lent dozens of papal garments for the show, they didn’t agree with guests using those references in their looks. It was especially upsetting that singer Rihanna crowned herself with a papal mitre as part of her outfit — designed, of course, by John Galliano.John Shearer (Getty Images for The Hollywood R)

9. Homenajeados controvertidos. El debate sobre si es necesario separar al artista de su obra aterrizó de pleno en la gala Met (siempre en línea con los tiempos) en la edición de 2023, dedicada a la figura de Karl Lagerfeld. El célebre diseñador se había ganado un puesto de honor como emisor de mensajes escandalosos y por sus opiniones cuanto menos polémicas sobre todo tipo de temas. Célebre era su gordofobia, pero también su visión caduca sobre la industria, como cuando tras el estallido del movimiento #MeToo entre las modelos espetó que “si no quieres que te bajen los pantalones, no te hagas modelo”. Aprovechaba hasta su declaración más insustancial para lanzar dardos a sus enemigos. Como cuando hablando de tatuajes dijo que le parecían horribles porque eran “como vivir eternamente en un vestido de Pucci”. Por eso quizá, para evitar posicionarse sobre su figura en la alfombra roja, la más inteligente fue Doja Cat que se visitó de su gatita Choupette y se limitó a contestar con maullidos a cualquier pregunta de los reporteros.

ChatGPT said: Controversial honorees. The debate over whether it’s necessary to separate the artist from their work landed squarely at the Met Gala (always in tune with the times) in its 2023 edition, dedicated to Karl Lagerfeld. The famed designer had earned a place of honor as a provocateur known for controversial statements on all sorts of topics. His fatphobia was well-documented, as was his outdated view of the fashion industry — like when, after the rise of the #MeToo movement among models, he snapped, “If you don’t want your pants pulled about, don’t become a model.” He would use even the most trivial comments to criticize his rivals, as when he said tattoos were horrible because they were like “living all your life in a Pucci dress.” Perhaps the smartest way to avoid taking a stance on the red carpet came from Doja Cat, who dressed as his beloved cat Choupette and answered reporters’ questions with meows.GWR/Star Max (GC Images)